May 24, 2024

El estrés en el adulto mayor: cómo identificarlo y manejarlo

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estrés afecta a más del 20% de los adultos mayores de 60 años en el mundo.
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El estrés es una respuesta adaptativa del cuerpo que nos prepara para enfrentar o huir de una situación que consideramos peligrosa o difícil.

El estrés es una reacción natural del organismo ante situaciones que percibimos como amenazantes o desafiantes. Sin embargo, cuando el estrés se vuelve crónico o excesivo, puede tener consecuencias negativas para nuestra salud física y mental. 

Esto es especialmente cierto en el caso de los adultos mayores, que son más vulnerables al estrés debido a los cambios que experimentan en esta etapa de la vida.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estrés afecta a más del 20% de los adultos mayores de 60 años en el mundo. 

Además, el estrés puede ser un factor de riesgo o de agravamiento de diversas enfermedades crónicas, como la hipertensión, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el deterioro cognitivo y la depresión.

¿Qué es el estrés y cómo afecta al adulto mayor?

El estrés es una respuesta adaptativa del cuerpo que nos prepara para enfrentar o huir de una situación que consideramos peligrosa o difícil. 

El estrés activa el sistema nervioso simpático, que libera hormonas como la adrenalina y el cortisol, que aumentan la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la respiración y el nivel de glucosa en la sangre. 

Estas reacciones nos ayudan a estar alertas y a reaccionar con rapidez.

Sin embargo, cuando el estrés se prolonga en el tiempo o es muy intenso, puede provocar un desequilibrio en el organismo, que afecta negativamente a la salud. 

El estrés crónico puede causar problemas como:

  • Insomnio, fatiga, dolores de cabeza, problemas digestivos, etc.
  • Ansiedad, irritabilidad, tristeza, falta de concentración, problemas de memoria, etc.
  • Disminución de las defensas inmunológicas, lo que favorece la aparición de infecciones y enfermedades.
  • Alteración del metabolismo, lo que puede provocar obesidad, diabetes, colesterol alto, etc.
  • Daño en el sistema cardiovascular, lo que puede ocasionar hipertensión, arritmias, infartos, etc.
  • Deterioro del sistema nervioso, lo que puede generar demencia, alzhéimer, parkinson, etc.

Los adultos mayores son más propensos a sufrir estrés por varias razones, entre las que se encuentran:

  • Los cambios físicos y fisiológicos propios del envejecimiento, que reducen la capacidad de adaptación y de respuesta al estrés.
  • Los cambios psicológicos y emocionales, que pueden implicar una pérdida de autoestima, de sentido de la vida, de identidad, etc.
  • Los cambios sociales y familiares, que pueden suponer una disminución de la red de apoyo, de la participación social, de la independencia, etc.
  • Los cambios económicos y laborales, que pueden generar preocupación por la jubilación, por los ingresos, por los gastos médicos, etc.
  • Los eventos vitales estresantes, como la pérdida de un ser querido, una enfermedad propia o de un familiar, una mudanza, etc.

¿Cómo reconocer el estrés en el adulto mayor?

El estrés en el adulto mayor puede manifestarse de diferentes formas, dependiendo de la persona, de la situación y de la intensidad del estrés. 

Algunos de los signos y síntomas más comunes del estrés en el adulto mayor son:

  • Físicos: insomnio, pesadillas, pérdida o aumento de peso, palpitaciones, sudoración, temblores, dolor muscular, problemas digestivos, etc.
  • Psicológicos: ansiedad, miedo, frustración, depresión, inquietud, falta de concentración, olvido, confusión, etc.
  • Conductuales: aislamiento, irritabilidad, agresividad, llanto, cambios de humor, consumo de alcohol, tabaco u otras sustancias, etc.

Es importante que los adultos mayores y sus familiares estén atentos a estos signos y síntomas, y que consulten con un profesional de la salud si los perciben de forma frecuente o intensa. El estrés en el adulto mayor puede ser un indicador de un problema de salud subyacente o de una necesidad de apoyo psicológico o social.

¿Cómo manejar el estrés en el adulto mayor?

El estrés en el adulto mayor no es inevitable ni irreversible. Existen diversas estrategias que pueden ayudar a prevenir, reducir o afrontar el estrés de forma positiva. 

Algunas de estas estrategias son:

Identificar y modificar las fuentes de estrés

Es conveniente que los adultos mayores analicen qué situaciones les generan estrés y qué pueden hacer para cambiarlas o evitarlas. Por ejemplo, si el estrés se debe a un problema económico, se puede buscar una solución o un asesoramiento financiero. 

Si el estrés se debe a una enfermedad, se puede seguir el tratamiento médico y buscar apoyo emocional.

Practicar hábitos de vida saludables

Los adultos mayores pueden mejorar su salud física y mental al adoptar hábitos como:

  • Seguir una alimentación equilibrada y variada, que aporte los nutrientes necesarios para el organismo.
  • Realizar ejercicio físico moderado y adaptado a las capacidades y preferencias de cada uno, que mejore la circulación, la fuerza, la flexibilidad y el ánimo.
  • Mantener un horario regular de sueño, que permita descansar adecuadamente y recuperar la energía.
  • Evitar el consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias que puedan alterar el sistema nervioso y agravar el estrés.

Buscar apoyo social y afectivo

Los adultos mayores pueden beneficiarse de mantener y ampliar su red de relaciones sociales, que les brinde compañía, comprensión, ayuda y diversión. Algunas formas de fomentar el apoyo social son:

  • Participar en actividades grupales, como talleres, cursos, voluntariados, etc., que permitan conocer a otras personas con intereses comunes y aprender cosas nuevas.
  • Mantener el contacto con familiares y amigos, ya sea de forma presencial, telefónica o virtual, y expresarles los sentimientos y necesidades.
  • Recurrir a profesionales o asociaciones especializadas, que puedan ofrecer orientación, asesoramiento o atención personalizada.

Desarrollar habilidades de afrontamiento

Los adultos mayores pueden aprender y practicar técnicas que les ayuden a manejar el estrés de forma eficaz, como:

  • La respiración profunda, que consiste en inhalar y exhalar lentamente por la nariz, llenando y vaciando los pulmones, lo que favorece la relajación y la oxigenación del cuerpo.
  • La relajación muscular progresiva, que consiste en tensar y relajar los diferentes grupos musculares del cuerpo, empezando por los pies y terminando por la cabeza, lo que reduce la tensión y el dolor físico.
  • La meditación, que consiste en concentrarse en el presente, en la respiración, en un sonido o en una imagen, sin juzgar ni distraerse por los pensamientos, lo que mejora la atención y el estado de ánimo.
  • El humor, que consiste en buscar el lado positivo y divertido de las situaciones, reírse de uno mismo y de los problemas, ver películas o programas cómicos, etc., lo que libera endorfinas y reduce el estrés.

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