February 1, 2024

Embolia: Qué es, síntomas, tratamiento e importancia de un cuidador

Existen diferentes tipos de embolia, según el origen y la naturaleza del émbolo (el cuerpo extraño que bloquea el vaso sanguíneo).
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La embolia es una condición médica grave que ocurre cuando un coágulo de sangre o una burbuja de aire se desplaza por el torrente sanguíneo y obstruye el flujo de sangre a un órgano vital

La embolia es una condición médica grave que ocurre cuando un coágulo de sangre o una burbuja de aire se desplaza por el torrente sanguíneo y obstruye el flujo de sangre a un órgano vital, como el cerebro, el corazón o los pulmones. La embolia puede causar daños irreversibles en el tejido afectado, e incluso la muerte, si no se trata a tiempo.

¿Qué tipos de embolia existen y cuáles son sus causas?

Existen diferentes tipos de embolia, según el origen y la naturaleza del émbolo (el cuerpo extraño que bloquea el vaso sanguíneo). Algunos de los más comunes son:

  • Embolia pulmonar: Se produce cuando un coágulo de sangre, generalmente procedente de las venas de las piernas o la pelvis, se aloja en una de las arterias pulmonares, impidiendo el paso de oxígeno a los alvéolos. Puede ser causada por factores de riesgo como el sedentarismo, el tabaquismo, el embarazo, el uso de anticonceptivos orales, la obesidad, el cáncer o la cirugía.
  • Embolia cerebral: Se produce cuando un coágulo de sangre o una placa de colesterol se desprende de una arteria y llega al cerebro, interrumpiendo el suministro de sangre y oxígeno a una parte del mismo. Puede ser causada por factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes, el colesterol alto, la fibrilación auricular, el tabaquismo o la edad avanzada.
  • Embolia gaseosa: Se produce cuando una burbuja de aire entra en el torrente sanguíneo, ya sea por una inyección, una herida, una cirugía o una descompresión rápida (como en el buceo). La burbuja de aire puede bloquear el flujo de sangre a cualquier órgano, pero suele afectar al cerebro o al corazón.

¿Qué síntomas presenta una persona con embolia y cómo se diagnostica?

Los síntomas de una embolia dependen del órgano afectado y de la gravedad del bloqueo. Algunos de los más frecuentes son:

  • Embolia pulmonar: Dolor torácico, dificultad para respirar, tos con sangre, taquicardia, sudoración, mareos o desmayos.
  • Embolia cerebral: Dolor de cabeza intenso, debilidad o parálisis de un lado del cuerpo, dificultad para hablar o entender, pérdida de visión, confusión, convulsiones o pérdida de conciencia.
  • Embolia gaseosa: Dolor en el pecho, en el abdomen o en las articulaciones, dificultad para respirar, alteraciones del ritmo cardíaco, vértigo, náuseas, vómitos, pérdida de audición, visión borrosa o doble, confusión, convulsiones o pérdida de conciencia.

El diagnóstico de una embolia se basa en la historia clínica, el examen físico y las pruebas complementarias que el médico considere necesarias, como análisis de sangre, radiografías, ecografías, tomografías, resonancias magnéticas o angiografías.

¿Qué tratamiento se aplica a una persona con embolia y cuál es el pronóstico?

El tratamiento de una embolia tiene como objetivo disolver o extraer el émbolo, restaurar el flujo de sangre al órgano afectado y prevenir complicaciones o recurrencias. El tipo de tratamiento depende del tipo y la localización de la embolia, así como de la condición general del paciente. Algunas de las opciones son:

  • Medicamentos: Se administran fármacos anticoagulantes, como la heparina o el warfarina, para evitar que el coágulo crezca o se forme otro. También se pueden usar fármacos trombolíticos, como el estreptoquinasa o el alteplasa, para disolver el coágulo. Estos fármacos se deben usar con precaución, ya que pueden aumentar el riesgo de sangrado.
  • Procedimientos invasivos: Se realizan técnicas quirúrgicas o endovasculares para extraer el émbolo o colocar un dispositivo que impida su paso. Por ejemplo, se puede practicar una embolectomía, que consiste en la extracción del coágulo mediante un catéter o una pinza; o una trombectomía, que consiste en la aspiración del coágulo mediante un dispositivo especial. También se puede implantar un filtro en la vena cava inferior, que es la que recoge la sangre de las extremidades inferiores, para evitar que los coágulos lleguen a los pulmones.
  • Oxigenoterapia o ventilación mecánica: Se suministra oxígeno al paciente mediante una mascarilla o un tubo, o se conecta a un respirador artificial, para mejorar la oxigenación de los tejidos y evitar el fallo respiratorio.
  • Rehabilitación: Se realizan ejercicios físicos, cognitivos y psicológicos para recuperar las funciones perdidas o afectadas por la embolia, como la movilidad, el lenguaje, la memoria o el estado de ánimo.

El pronóstico de una embolia depende de varios factores, como el tipo, la localización, la extensión y la rapidez del tratamiento. En general, cuanto más grave sea la embolia y más tarde se trate, peor será el pronóstico. Algunas de las posibles secuelas son:

  • Insuficiencia respiratoria o cardíaca: La embolia puede provocar una disminución de la capacidad pulmonar o cardíaca, lo que dificulta el intercambio de gases y el bombeo de sangre al organismo, respectivamente. Esto puede causar fatiga, edema, cianosis o hipertensión pulmonar.
  • Daño cerebral o neurológico: La embolia puede causar una muerte celular o una inflamación en el cerebro, lo que puede afectar a diversas funciones cognitivas, sensoriales o motoras. Esto puede causar hemiplejía, afasia, hemianopsia, demencia o depresión.
  • Necrosis o gangrena: La embolia puede causar una falta de riego sanguíneo y oxígeno en los tejidos, lo que puede provocar su muerte o infección. Esto puede causar dolor, inflamación, cambio de color o pérdida de la extremidad afectada.

¿Qué papel tiene el cuidador de una persona con embolia y qué consejos debe seguir?

El cuidador de una persona con embolia es una figura fundamental para su recuperación y su calidad de vida. El cuidador debe asumir una serie de responsabilidades y tareas, como:

  • Acompañar al paciente a las consultas médicas y a las sesiones de rehabilitación, y seguir las indicaciones y los consejos del equipo sanitario.
  • Administrar la medicación al paciente, siguiendo la pauta prescrita y vigilando los posibles efectos secundarios o interacciones.
  • Ayudar al paciente en las actividades básicas de la vida diaria, como la higiene, el vestido, la alimentación o la movilización, respetando su autonomía y su dignidad.
  • Estimular al paciente en las actividades instrumentales de la vida diaria, como las compras, las gestiones, el ocio o las relaciones sociales, fomentando su participación e integración.
  • Apoyar al paciente en el plano emocional, ofreciéndole comprensión, afecto, confianza y motivación, y evitando la sobreprotección o la infantilización.
  • Cuidar de su propia salud física y mental, realizando ejercicio, descansando, alimentándose bien, buscando apoyo profesional o social, y dedicándose tiempo y espacio para sí mismo.

El cuidador de una persona con embolia debe tener en cuenta que su labor es muy importante, pero también muy exigente y desgastante. Por eso, debe cuidarse y cuidar al paciente, sin olvidarse de sus propias necesidades y deseos. Así, podrá ofrecer una mejor atención y mejorar la calidad de vida de ambos.

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