La hipertensión arterial es uno de los principales problemas de salud en adultos y adultos mayores.
Su apodo de “asesino silencioso” no es casualidad: puede avanzar durante años sin síntomas, y cuando finalmente aparecen las señales, en muchas ocasiones es porque ya existe daño en órganos vitales como el corazón, los riñones, el cerebro o los ojos.
Por eso, es fundamental reconocer los síntomas de una hipertensión no controlada y saber cuándo acudir al médico de inmediato. Entender estas señales puede prevenir complicaciones graves como infartos, derrames cerebrales o insuficiencia renal.
Aunque la mayoría de las veces no hay síntomas claros, cuando la presión arterial se eleva de forma crónica o llega a niveles muy altos, pueden aparecer señales de alarma:
La presión arterial normal debería estar alrededor de 120/80 mm Hg. Los valores que ameritan preocupación son:
Cuando la lectura es igual o superior a 180/120 mm Hg y viene acompañada de síntomas como dolor de pecho, cambios en la visión, confusión o dificultad para respirar, se trata de una emergencia médica.
Debes buscar atención médica inmediata en los siguientes casos:
Ignorar los síntomas o no tratar la hipertensión adecuadamente puede derivar en:
Estos efectos se relacionan también con otros aspectos del envejecimiento. Por ejemplo, los cambios sociales y psicológicos en el adulto mayor pueden agravar el impacto emocional de vivir con una enfermedad crónica como la hipertensión.
No controlar la presión arterial no solo afecta al cuerpo, también impacta en el bienestar emocional y en la independencia de las personas. En los adultos mayores, la hipertensión mal gestionada puede limitar la movilidad, aumentar el riesgo de caídas y reducir la autonomía.
En este sentido, es importante atender tanto los síntomas físicos como los emocionales. El cuidado afectivo en la vejez es clave para mantener la motivación en seguir los tratamientos y rutinas saludables, además de fortalecer las redes de apoyo familiar y social.
Sí. La mayoría de las personas hipertensas no presenta síntomas hasta que la enfermedad está avanzada. Por eso se recomienda medir la presión regularmente.
No siempre. Sin embargo, si el dolor es frecuente, muy fuerte y va acompañado de mareos o visión borrosa, puede ser señal de hipertensión no controlada.
Si tu presión está por encima de 180/120 mm Hg y tienes dolor en el pecho, dificultad para respirar, alteraciones visuales o confusión, debes ir a urgencias de inmediato.
La hipertensión no tratada puede provocar fatiga constante y afectar el estado de ánimo. Este cansancio se relaciona con condiciones como la apatía en el adulto mayor, que reduce la calidad de vida y la adherencia a los tratamientos.
La presión arterial elevada daña los vasos cerebrales y puede provocar pérdida de memoria, falta de concentración y deterioro cognitivo. Por eso es fundamental estimular la mente y promover actividades, como se detalla en el artículo sobre capacidades cognitivas en el adulto mayor.
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