La deshidratación es una condición que ocurre cuando el cuerpo pierde más líquidos de los que ingiere, lo que afecta el funcionamiento normal de los órganos y sistemas.
La deshidratación puede tener diversas causas, como diarrea, vómitos, sudoración excesiva, fiebre, quemaduras, medicamentos o enfermedades crónicas.
Una de las causas más frecuentes y menos reconocidas es la falta de ingesta adecuada de agua y otros líquidos.
Los adultos mayores son un grupo especialmente vulnerable a la deshidratación, debido a que tienen una menor reserva de agua en el cuerpo, una menor sensación de sed, una menor capacidad de concentrar la orina y una mayor pérdida de líquidos por la piel.
Pueden presentar dificultades para acceder al agua, para beberla o para recordar hacerlo. También pueden tener problemas para regular la temperatura corporal, lo que los hace más propensos a deshidratarse en climas calurosos o fríos.
La deshidratación en los adultos mayores puede tener consecuencias graves para su salud, como alteraciones del ritmo cardíaco, del equilibrio de los electrolitos, de la presión arterial, de la función renal, del estado mental y del sistema inmunológico.
La deshidratación puede aumentar el riesgo de infecciones, caídas, fracturas, úlceras, estreñimiento, confusión, delirio, deterioro cognitivo y muerte.
Por eso, es importante prevenir la deshidratación en los adultos mayores, siguiendo algunas recomendaciones simples pero efectivas, que te explicamos a continuación.
Según la pérdida de agua corporal, se pueden distinguir tres grados de deshidratación en personas mayores:
Los signos y síntomas de la deshidratación pueden variar según el grado y la rapidez con que se produce la pérdida de líquidos.
Algunos de los más comunes son:
Si se observa alguno de estos signos o síntomas, se debe consultar al médico de inmediato, ya que la deshidratación puede ser una emergencia médica que requiere tratamiento urgente.
No existe una cantidad exacta de agua que deba beber un adulto mayor al día, ya que depende de varios factores, como el peso, la actividad física, el clima, la dieta y el estado de salud.
Se estima que un adulto mayor sano debe beber entre 1.5 y 2 litros de agua al día, lo que equivale a unos 6 a 8 vasos. Esta cantidad puede variar según las necesidades individuales y las recomendaciones médicas.
Es importante que el adulto mayor beba agua de forma regular y constante a lo largo del día, y no solo cuando tenga sed, ya que la sed es un indicador tardío de la deshidratación.
Se pueden beber otros líquidos, como jugos, infusiones, sopas o leche, siempre que no contengan demasiada azúcar, cafeína, alcohol o sal, que pueden favorecer la deshidratación. Asimismo, se puede consumir alimentos ricos en agua, como frutas, verduras, yogur o gelatina.
Además de beber suficiente agua y otros líquidos, existen otras medidas que se pueden tomar para prevenir la deshidratación en los adultos mayores, como:
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